Hoy quiero compartir con ustedes acerca de este valor que nos hace soportar las adversidades.
Según el diccionario la esperanza es un estado de
ánimo en el cual se nos presenta como posible lo que deseamos.
La esperanza conlleva a tener confianza en el presente y una
expectativa firme en el futuro y tiene una relación cercana con la fe. La
esperanza consiste en un deseo y en la creencia firme en que éste se hará
realidad. Cuando tenemos fe se apodera de nosotros la convicción de que nuestro
deseo YA ha sido concedido. Creer es la base de la esperanza. Convicción y
certeza es el sustento de la fe.
Cuando todo parece terminarse y el panorama es de lo más
oscuro, cuando la vida parece haber perdido su significado y no hay más nada que
hacer; cuando nos sentimos acorralados por fuerzas superiores a las nuestras,
surge la esperanza como recurso final para encontrar un nuevo rumbo, levantar la
frente y continuar hacia adelante y renovar los esfuerzos para cumplir con la
misión asignada por la vida.
Esta explicación de lo que es la ESPERANZA es muy bien
comprendida, por ejemplo, por los secuestrados y sus familiares en Colombia.
Tienen la adversidad por compañera, pero mantienen una inquebrantable fe en que
pronto podrán fundirse en un abrazo.
La esperanza es un detonante. Cuando la tenemos se
desencadena en nosotros un deseo de luchar, un ánimo especial para afrontar cada
una de las actividades cotidianas, incluso las más difíciles. Ella nos permite
adquirir el fuerte deseo de seguir adelante cuando nuestras fuerzas nos
abandonan y la voluntad necesaria para renunciar a nuestros sueños aún cuando el
camino es una cuesta casi imposible de remontar.
La esperanza da sentido a la vida. La esperanza es un
detonante para ponernos en marcha y enviarnos a trabajar con fuerza detrás de un
ideal. En la práctica trabajamos, nos movemos y actuamos porque tenemos la
esperanza de llegar a alguna parte, de lograr un objetivo, de alcanzar una meta
o hacer realidad un sueño. En el ejemplo citado de los secuestrados en Colombia,
ellos se mantienen vivos porque confían en que tarde o temprano terminará esta
pesadilla y verán a sus seres queridos.
La esperanza nos ayuda a soportar ciertos momentos de la vida
en que la dificultad amenaza con destrozarnos el cuerpo y el ánimo. Además, nos
brinda consuelo como un bálsamo en la herida y nos ayuda a pasar esos momentos
de angustia en que parece que todo terminará y no resistiremos.
La esperanza sana el alma desalentada y con seguridad será
una amiga fiel que nunca nos abandonará ni desilusionará. Por eso debemos
buscarla, crearla, apegarnos a ella y defenderla de quienes por haberla perdido
intentan desacreditarla.